Cuando participo en sesiones de formación o workshops, una de las preguntas que hago a los participantes frecuentemente es ¿tenéis prejuicios?, y la respuesta que obtengo es muy diferente en función del público.
Algunos aceptan que si, pero inmediatamente añaden un «todos los tenemos, no», como justificándose, otros en los que aparecen unos pocos valientes que reconocen con algo de vergüenza que «en ocasiones los tengo», pensado en alguna situación o colectivo de personas en concreto, pero habitualmente la respuesta grupal es un categórico «NO, no los tengo».
A partir de esa afirmación se desarrollan 20 minutos de discusión donde trato de acreditar que además de tenerlos todas las personas, se trata de una herramienta que puede ser de extrema utilidad, ya que trata de evitarnos problemas o riesgos mediante la identificación de patrones o situaciones que en un momento de nuestra vida previo «hemos aprendido que eso es de una manera determinada», y para nosotros es una verdad incuestionable.
Pues a todos los que permitimos que nuestra tomas de decisión o, sencillamente, nuestro posicionamiento sobre determinadas cuestiones de nuestra vida, se vea influenciado por este aprendizaje, os dejo esta reflexión, ¿Qué decisiones habrías cambiado de no tener este enorme filtro?