Es habitual que los responsables y directivos nos focalicemos en todas aquellas cosas que se han realizado mal, que nos obsesionemos en dejar patente las debilidades de nuestros equipos y organizaciones.
Hasta nos podemos recrear y reiterar en los errores para evidenciar lo nefastos que somos… ¿resultado?, pues varios:
- El equipo se confronta
- Se acepta que efectivamente nuestra capacidad no es la que se requiera para la posición que ocupamos
- Baja la autoestima del grupo y de sus componentes
- Se incrementa la inseguridad y desconfianza
- Crece la burocracia con la intención de «cubrirse las espaldas» en el habitual supuesto de que «alguien vuelva a hacer mal su trabajo»
Si logramos que nuestro equipo sea consciente y orgulloso de todo aquello que hace bien, seguramente más del 95%, y no persistimos en el pequeño punto negro de la hora, podremos abordar con ilusión y ambición esa mejora sobre el 5%.
Gracias Peter